{"id":1747,"date":"2005-10-28T20:04:48","date_gmt":"2005-10-28T18:04:48","guid":{"rendered":"http:\/\/www.mediateletipos.net\/?p=1747"},"modified":"2008-07-23T14:24:38","modified_gmt":"2008-07-23T12:24:38","slug":"dinamo-radio-nueva-temporada","status":"publish","type":"post","link":"http:\/\/www.mediateletipos.net\/archives\/1747","title":{"rendered":"Dinamo Radio: Nueva temporada"},"content":{"rendered":"

DINAMO RADIO, Artesonoro, Cuenca<\/font>
\nhttp:\/\/www.uclm.es\/dr\/<\/a>
\nhttp:\/\/www.artesonoro.org\/radio<\/a><\/p>\n

ON AIR<\/a> )))<\/p>\n

Inicia nueva temporada la net-radio<\/strong> de la Facultad de Bellas Artes de Cuenca. Para este estreno de temporada nos ofrecen la siguiente programaci\u00f3n:<\/p>\n

Morton Feldman, String Quarter No.2<\/font>, (1983),
\nFLUX Quarter: Tom Chiu, viol\u00edn<\/em>, Cornelius Dufallo, viol\u00edn<\/em>, Kenji Bunch, viola<\/em>, Derret Adkins, cello<\/em>
\nMode Records, 2002.<\/p>\n

Es imposible escuchar una obra como el Cuarteto de cuerdas n\u00famero 2 (1983) de Morton Feldman. Entend\u00e1monos. Es imposible hacerlo en los t\u00e9rminos en los que solemos escuchar un cuarteto de Beethoven, una sinfon\u00eda de Bruckner, una opera de Wagner y tambi\u00e9n mucha de la llamada m\u00fasica contempor\u00e1nea. Durante los a\u00f1os ochenta, Feldman se dedic\u00f3 a escribir obras de duraciones agotadoras. Pero el Cuarteto n\u00famero 2 las supera todas, con sus cinco horas seguidas de m\u00fasica sin interrupciones. <\/p>\n

Sin embargo, no es esta la \u00fanica dificultad que plantea la pieza, puesto que su cicl\u00f3pea extensi\u00f3n se acompa\u00f1a de la renuncia a cualquier prop\u00f3sito discursivo. La escritura del Cuarteto de cuerdas n\u00famero 2 coloca en libre sucesi\u00f3n unos materiales de extremada desnudez y fragilidad: acordes y frases suspendidas, sonidos deshuesados de toda aspereza, lisos, sedosos y suaves, est\u00e1n dispuestos en lit\u00fargicas y pausadas procesiones desprovistas de rumbo alguno. En semejantes condiciones, el oyente se encuentra en la situaci\u00f3n de un n\u00e1ufrago a la deriva y desprovisto de recursos para establecer su posici\u00f3n. Ya no es posible advertir el menor atisbo de forma musical: s\u00f3lo hay sonidos, nada mas que sonidos. Perdido en una vastedad que excede sus esquemas anal\u00edticos, el oyente es proyectado hacia una dimensi\u00f3n ignota: accede a otra ‘escala’, como dir\u00eda Feldman. Cuando alguien se enfrenta a una obra de arte cuyas dimensiones f\u00edsicas le sobrepasan un cuadro del tama\u00f1o de una pared, una pieza musical de duraci\u00f3n descomunal, se produce un fen\u00f3meno extra\u00f1o. El espectador pasa de observador a observado. De alguna manera, la obra de arte lo engloba y lo digiere. Algo as\u00ed ocurre tambi\u00e9n con el Cuarteto n\u00famero 2 de Feldman. A medida que pasan las horas, el oyente se convierte en sujeto escrutado. La reposada amplitud de la obra lo supera, lo observa con rostro delicado e indescifrable, lo envuelve gradualmente. La \u00fanica posibilidad es entrar en ella, dejarse llevar y perderse. Cualquier intento de situarse fuera de la pieza (esto es: conocerla, analizarla, abarcarla) es una tarea in\u00fatil, predestinada al fracaso y la frustraci\u00f3n.<\/p>\n

Po\u00e9ticos aromas<\/font>
\nHay algo realmente m\u00e1gico en la postura de Feldman. La m\u00fasica es, en muchos sentidos, un arte de la memoria. Las grandes formas tradicionales (la forma sonata, el rondo, el aria con da capo, el tema con variaciones, la fuga…) se sirven de la repetici\u00f3n o elaboraci\u00f3n de elementos reconocible como se\u00f1ales de orientaci\u00f3n que, dislocadas a lo largo de la pieza, permiten al oyente decodificar auditivamente la estructura sonora. Incluso fuera de la sintaxis tradicional, muchos compositores contempor\u00e1neos siguen investigando los mecanismo: de la memoria como algo imprescindible para la inteligibilidad del fen\u00f3meno musical a gran escala. La m\u00fasica de Feldman, en cambio no s\u00f3lo renuncia al poder cohesionador de la memoria sino que adem\u00e1s parece apoyarse de manera consciente en el exacto contrario: el olvido Separadas por silencios, sus sonoridades tenues, leves, transparentes y desprovistas de contrastes marcados, y tan pensadas precisamente para que la memoria del oyente no pueda retenerlas y analizarlas. Tan pronto como transcurre, cada momento es olvidado dado. Espacio, timbre, forma y tiempo se fusionan en una dimensi\u00f3n imita.<\/p>\n

La m\u00fasica se vuelve (o vuelve a ser) un tejido, un mosaico que se despliega en un tiempo infimito y en un eterno presente. Para Feldman, la escucha representaba una forma de limpieza interior. Pero entonces la pieza musical deber\u00eda ayudar al oyente a vaciarse en vez de llenarse. En otras palabras: uno deber\u00eda salir de la escucha m\u00e1s libre, m\u00e1s ligero, en lugar de llevar una carga de informaci\u00f3n aun mayor de la que ten\u00eda antes. Sin embargo, la casi totalidad de los compositores tienen en el fondo el deseo de entregar algo al oyente, un mensaje o lo que sea. Feldman, en este sentido, actuaba con un rigor sorprendente e inexorable. Si la verdadera escucha consiste en desprenderse m\u00e1s que en acumular, la composici\u00f3n a de construirse, pues, sobre el olvido m\u00e1s que sobre la memoria; su vitalidad y su eficacia aumentan en la medida en que es capaz de borrarse a s\u00ed misma a lo largo de la audici\u00f3n, sin dejar estela.<\/p>\n

Al final de una pieza como el Cuarteto n\u00famero 2, uno muy dif\u00edcilmente va a retener algo de lo que ha sonado. Todo es demasiado liso y homog\u00e9neo. Lo que queda es m\u00e1s bien un aura, un aroma po\u00e9tico, un regusto inmaterial de sosiego, luminosidad y ligereza, que no aparenta ser m\u00fasica. Pero lo es.<\/p>\n

Stefano Russomanno<\/font><\/p>\n

Blanco y Negro Cultural, 12-2-2005<\/font><\/p>\n

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